lunes, 2 de noviembre de 2009


1 Y 2 DE NOVIEMBRE: SABOR, COLOR Y FE

El 1 y 2 de noviembre, Día de todos los santos y de los difuntos, respectivamente, se han convertido en una mezcla
El colorido de las flores, la majestuosidad de los barriletes, el olor a fiambre y las nostálgicas serenatas frente a las tumbas de los que ya se fueron son algunos de los matices característicos del 1 y 2 de noviembre, que cada año atraen a curiosos y turistas, antropólogos, turistas e incluso, a la prensa internacional.

Un ejemplo es el de la procesión de la Santa Calavera que todos los años se realiza en el municipio de San José, Petén, en honor al “Señor de la Muerte”, una forma particular de celebrar el Día de todos los santos y difuntos.
Este año, la tradición podrán verla más allá del oceáno Atlántico, porque productores y camarógrafos de la BBC Art, de Londres, llegarán este domingo al país para filmar un documental de esa práctica religiosa.
Celso Lara, director del Centro de Estudios Folklóricos de la Universidad de San Carlos, explica: “Estas calaveras simbolizan las ánimas de los antepasados que bendicen las casas de los pobladores; una costumbre que data de la Época Precolombina, y que demuestra el respeto que se tenía por los difuntos”.
La carrera de las ánimas
Mientras en Petén se celebra la procesión de la Santa Calavera, en Todos Santos Cuchumatán, Huehuetenango, la tradición es la “Santa carrera de las ánimas”.
Para esta actividad se seleccionan a los jóvenes que el 1 de noviembre personificarán a las ánimas. Éstos, montados a pelo en un caballo blanco, compiten con los vecinos en una carrera que inicia en el cementerio.
Los competidores, que son elegidos antes de la celebración, deben cumplir durante este periodo una serie de restricciones, para llegar preparados a la competencia y ser dignos representantes de sus ancestros.
“Cuando un ánima triunfa en la carrera, se cree que el equilibrio se ha forjado en la región”, cuenta Celso Lara.
También se ameniza con una serenata con marimba, en la que se interpretan las melodías favoritas de los difuntos, y los familiares pueden pedir una canción por 25 centavos.
Flores, comida y mariachis
La tradición de reunirse en torno a las tumbas de los que ya partieron y adornarlas con flores sigue vigente.
“Se trata de una costumbre mestiza, que data de la época del romanticismo. Se lleva todo tipo de flores, aunque los indígenas prefieren la llamada flor de muerto”, apunta Miguel Álvarez, cronista de la ciudad.
También en algunos pueblos colocan comida y bebidas alcohólicas en los sepulcros, que históricamente se conoce como “cabecera”.
“Esto nos recuerda la costumbre maya de enterrar a los muertos con comida en la boca y sus enseres de guerra”, explica el historiador Héctor Gaitán.
Y no falta quien lleve mariachis, para darle serenata al ser querido que dejó este mundo. Hace 50 años, esto se habría visto como una falta de respeto, pero hoy es común; por ello, tríos y bandas se pasean por los cementerios para ofrecer sus servicios.
En el Cementerio General ya comienzan los preparativos. Algunos pintan los mausoleos para que luzcan impecables el 1 de noviembre. Ese es el caso de la familia López- Cajas, que remozan el sitio donde están enterrados sus parientes. “Es una tradición venir a pintar. Aprovechamos que los niños no van a la escuela, para que nos acompañen”, cuenta Berta de López.
Hay quienes visitan el cementerio con más frecuencia, como la señora Marina viuda de Brunning, quien adorna la tumba de su esposo e hijo para sus cumpleaños y aniversarios. Ella afirma: “Hay que recordarse de los seres queridos todo el tiempo, no sólo para el Día de los santos”.
Los vendedores de flores y lápidas se preparan para recibir muchos visitantes.
Las gladiolas, claveles, chastas, pinochos, rosas y siemprevivas lucen en las cubetas plásticas.
Carlos Humberto García, vendedor, dice que ofrecen todo tipo de flores, pero tienen más demanda los ramos combinados. “Las gladiolas valen Q23; las rosas, Q18, igual que los pinochos, mientras que los ramos cuestan Q6”, explica.
Mezcla de sabores
La comida tradicional en estas fechas es el fiambre, costumbre que proviene de España. “Los indígenas no conocían esa carnes aliñadas”, explica Héctor Gaitán.
Este platillo, preparado con jamones y carnes frías, se ha visto alterado por el alto costo de los ingredientes. Era una comida de intercambio entre las familias, y se degustaba en los cementerios, acompañada con tamales de maíz y licores blancos, y en su elaboración participaban todas las mujeres de la casa.
Según Álvarez, el fiambre se come sólo en la capital, en Antigua y algunos lugares de Quetzaltenango.
No hay receta única, y parte de la cultura guatemalteca es que cada quien piensa que su fiambre es el mejor.
Artesanía: Elaboración, tiempo y dinero
La elaboración de barriletes es una tradición que requiere tiempo y dinero.
“Empezamos a hacerlo en agosto, y aunque falta poco para el 1 de noviembre, aún no lo terminamos”, cuenta Carlos Bucú. Él y 15 amigos de la infancia elaboran un barrilete de 16 metros, en el que han invertido más de Q2 mil 500.
“Trabajamos todas las noches haciendo los dibujos, y los fines de semana los pegamos”, cuenta.
Limpieza en cementerio: Esperan a visitantes
En el Cementerio General, más de 15 empleados de la Municipalidad capitalina trabajan en la limpieza del lugar desde hace dos semanas, para que el 1 de noviembre luzca un ambiente agradable.
También han pintado los bordillos de las banquetas y han fumigado contra mosquitos y zancudos. En las calles, ya se aprecian las ventas de flores multicolores.
Fiambre: Preparación y receta
Ingredientes indispensables:
Embutidos, carne de res, huevo duro, queso seco, chile chamborote y perejil son algunos de los ingredientes que no deben faltar en un fiambre, asegura Marta Alicia Pérez, del restaurante típico Arrín Cuan.
Para el aliño, debe utilizarse vinagre, jugo de naranja, mostaza, alcaparra, aceituna y jengibre, recomienda.
Entre las verduras, se debe incluir zanahoria, remolacha, repollo y cebolla.
Mensajes para el más allá
El colorido de los barriletes gigantes de Santiago y Sumpango, Sacatepéquez, no puede faltar el 1 de noviembre. Los vecinos ya han iniciado todos los preparativos pues saben que este es un atractivo para el turismo local e internacional.
Según los organizadores, cada año, cerca de medio de medio millón de personas los visita.
Adrián Yucuté, miembro del consejo municipal de Santiago Sacatepéquez, se refiere a una tradición de más de 100 años.
“A través de los barriletes, las familias buscan comunicarse con sus difuntos y llevarles un mensaje”, explica.
Joselino Puac, de la Asociación Santiaguense para el Desarrollo Cultural de Santiago, Sacatepéquez, comenta que con la elección de la reina de barriletes que se efectuó ayer, inician los festejos.
Puac cuenta que la tradición de elaborar barriletes cumple 107 años y esta vez 50 grupos participarán en el concurso que premia los mejores barriletes. El primer lugar recibirá Q2 mil.
En Sumpango, Sacatepéquez, las actividades son similares. Armando Xicón, integrante del comité de barriletes, explica que ellos también escogen a su reina. “El lunes habrá una lunada en la que los visitantes podrán observarse la armazón de los barriletes gigantes. Y el 1 de noviembre cerca de 25 grupos participarán en el concurso”.
Miguel Álvarez, cronista de la ciudad, afirma que la costumbre de alzar barriletes al cielo se basa en la creencia popular de la permanencia de los seres y la continuidad en el otro mundo.
“Con los barriletes se pretende comunicar lo terrenal con lo etéreo”, explica.

2 comentarios:

  1. no sabia mucho del dia de los muertos pero a hora si muy interesante este articulo no dejes de subir mas articulos.

    ResponderEliminar
  2. El articulo esta muy bien. muchas personas solo esperan ese dia para acordarse de los difuntos ya que muchos de ellos durante el año se olvidan de los difuntos

    ResponderEliminar